Esta leyenda clásica pertenece a Nueva Guatemala de la Asunción.
Su personaje es una mujer vestida de blanco y larga cabellera negra que aparece por los ríos y veredas solitarias.
Se hace seguir, por los hombres que trasnochan buscando aventuras nocturnas, sin dejarse ver el rostro. Luego los pierde en los barrancos, tras haberles mostrado su cara de caballo.
Cuentan que en el barrio de Ojo de Agua. Por el callejón de la Pila Seca caminaba un señor cuando vio que en el tanque de San Francisco se bañaba una mujer de pelo negro, muy hermoso y con vestido blanco.
El hombre le dijo: "¡Ay chula, ¿no quiere que yo la bañe?”
Entonces, la mujer dejó de bañarse y sin mostrarle el rostro empezó a llamarlo. Halagado, el enamorado la siguió.
Caminaron muchas cuadras, él sin poderla alcanzar, y sin darse cuenta llegaron al cementerio. Ya adentro se acercó la mujer y llevándolo sobre sus huellas se da vuelta.
Entonces aquel hombre pudo observar el rostro que parecía un caballo.
Ésta se abalanzó sobre él para tratar de llevárselo y enterrarlo en los barrancos. Tras el forcejeo de unos minutos, él recordó que tenía una medallita colgando del cuello. Se la puso en la boca, la mordió y rezó.
La mujer al verla grito y se lanzó al barranco.
En ese momento él comprendió que esa mujer era la Siguanaba.
Él corrió a su casa asustado.
Al día siguiente notó que su rostro y brazos estaban arañados. Su familia trató de curarlo, pero sus heridas nunca sanaron.
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