Una de las leyendas con más tradición tanto en Salamanca, España, como fuera de ella es la leyenda de la Cueva de Salamanca.
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo atrás existía un lugar en Salamanca, en la que hoy es la Cuesta de Carvajal, dónde era común practicar las artes mágicas, como la adivinación, la nigromancia y otras muchas.
Este lugar era la Cueva de Salamanca y surgió hacia principios del siglo XIV como contrapunto a las enseñanzas que se realizaban en la Universidad, un lugar donde aprender lo que ninguna escuela enseñaba, las ciencias marginadas; hasta para esta fábula se aplica aquel refrán que dice “a aprender a Salamanca”.
La leyenda nos relata que en dicha cueva, el demonio impartía clases de ciencias ocultas a la luz de una vela incombustible a siete estudiantes durante siete años, uno de los cuales debía quedarse con él como tributo a las clases recibidas.
Escritores como P. Delrio y Francisco Torreblanca escribieron que más que el demonio debía ser un maestro humano.
En el siglo XV, a la historia se le añadió la figura del Marqués de Villena que era conocido por su afición a la brujería y a las ciencias astrológicas.
Dice la historia que fue el Marqués de Villena el elegido para quedarse con el demonio (o maestro) y el Marqués utilizando los trucos que había aprendido engañó al maligno escondiéndose en una tinaja de agua vacía de la cueva y haciéndole creer que se había vuelto invisible.
A esta conclusión llegó el demonio porque vio sobre la mesa varios libros de magia abiertos por lo que pensó que el Marqués había desaparecido poniendo en práctica las artes mágicas adquiridas.
El Marqués consiguió salir de la tinaja cuando el demonio ya se había ido y escapó de la cueva.
Pero, al salir, perdió su sombra la cual le podía haber delatado en su huida, dejándola en el interior de la cueva.
Existen otras variaciones “menos oficiales” sobre esta leyenda.
Se ha llegado a oír que el maestro era una cabeza parlante o que el que hablaba era un brazo.
También se ha dicho que el Marqués llegó a un acuerdo con el diablo para cambiar su sombra (o su alma) por dejarle en libertad.
Se dice que ocasionalmente los estudiantes de la cueva aplicaban sus conocimientos satánicos con las gentes de la ciudad.
Con la llegada de nuevos pueblos la cueva se cristianizó, construyendo sobre ella una iglesia de pequeñas dimensiones dedicada a San Cipriano, curiosamente el patrón de la magia.
Este hecho hace más creíble la idea de en ese lugar se practicasen cultos prohibidos.
La cueva se convirtió en la sacristía de la iglesia y para acceder a ella desde el interior de la iglesia había que bajar veinticinco escalones.
En el siglo XVI la cueva seguía atrayendo la curiosidad de los ciudadanos por lo que Isabel la Católica mandó tapiarla para evitar la tentación de acercarse a ella, aunque siempre se dijo que la actividad de la cueva nunca cesó.
La ciudad adquirió fama de mágica, idea que pasó a América a través de los conquistadores y que se extendió por los pueblos americanos. Tal fue así que tenemos constancia que “las salamancas” eran por antonomasia lugares ligados a lo esotérico donde se practicaba la brujería y la magia, como cuevas, recovecos o árboles. Estos pueblos engendraron canciones con estrofas como la que sigue:
“Montando una escoba cruza el añil
de los cielos la bruja mayor,
la lechuza en el hombro y el gran tenedor
disparándole a la Cruz del Sur”
de los cielos la bruja mayor,
la lechuza en el hombro y el gran tenedor
disparándole a la Cruz del Sur”
“Socavón donde el alma muere al salir
salamanca del cerro natal,
en las noches de luna se puede sentir
a Mandinga y los diablos cantar”
salamanca del cerro natal,
en las noches de luna se puede sentir
a Mandinga y los diablos cantar”
Por otra parte, esta historia ha trascendido literariamente a obras de autores de la talla de Walter Scott, Zorrilla, Quevedo, Rojas y Miguel de Cervantes, el cual tiene un entremés sobre ella con menciones a la cueva, como cuando uno de los protagonistas dice: “La ciencia que aprendí en la Cueva de Salamanca, de donde yo soy natural, si se dejara usar sin miedo de la Santa Inquisición […] ¿No se contentará vuestra merced con que le saque de aquí dos demonios en figuras humanas que traigan a cuestas una canasta llena de fiambres y comederas?”
Esta es la historia de una de las leyendas con más arraigo de la cultura salmantina.
Hoy en día, el lugar está completamente cerrado al público y se le conoce como Torre de Villena.
La agrupación de Ciudadanos en Defensa del Patrimonio está luchando por que la cueva sea acondicionada para una posible apertura al público, con el fin de que la historia se conozca y transmitir así la leyenda a próximas generaciones.
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/02/el-supay.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/09/salamanca-en-buenos-aires.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/01/la-salamanca.html
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http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/01/la-salamanca.html
Es un rincón evocador de los muchos que tiene Salamanca y en el que aún faltando los muros, su ausencia habla. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias edulcaro por tu comentario, y si, generalmente las ausencias suelen decir más que las presencias
ResponderEliminarCordialmente
En Córdoba Argentina, un vecino fue a una salamanca y no salía mucho de día porque no proyectaba sombra. De la noche a la mañana tuvo más de 10 mil cabeza de ganados, y al cabo de 10 años de repente se enfermo gravemente y en su lecho de muerte le confieza a su hijo el pacto que había hecho y de las tres pruevas que tuvo que pasar al entrar a la salamanca, la primera fue pelear con un chivo de ojos rojos de mal olor, la segunda aguantar que muchas culebras peludas lo envolvieran y la última pelear con un toro con cuernos de oro. En pleno velorio un toro vino y con un vufido reunió a todas las vacas y las adentro hacia el campo. Al otro día los cuatreros trataron de seguir las huellas de los vacunos, no pudieron encontrarlas. Mi nombre es Pablo Zalazar y me pueden contactar por facebook buscándome por mi nombre se muchas historias...
ResponderEliminarGracias Pablo por esta historia.
ResponderEliminarSalamancas desde la llegada de los conquistadores encontramos con frecuencia en cada lugar latino americano...
El relato, está algo diferente en la leyenda del Supay... que se manifiesta cómo un toro con cuernos de oro...
Claro que me gustaría contactar contigo, lamentablemente a FB no asisto.
Un beso
Georgina