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martes, 10 de junio de 2008
El MOHAN O MUAN
Es mucho lo que la imaginación popular ha urdido sobre un personaje monstruoso que para diversas culturas se presenta de tantas formas como espectadores dicen haberlo visto.
Se le describe como un ser androide, muy corpulento, con una abundante y descuidada cabellera que utiliza para cubrir gran parte de su cuerpo.
Su cara es tosca y de miedoso aspecto, sus frecuentes griterías y risotadas han sido el terror de los hombres que trabajan en el agua, como pescadores, bogas y las lavanderas de ríos.
Los pescadores lo describen como un ser travieso, andariego, buscador de aventuras, maligno, enredador y busca pleito con ellos, pues les desaparece sus pertenencias y les juega malas pasadas.
A las mujeres se les presenta como un Sátiro engañador, enamorado y sucio.
Este mito no es exclusivo de Antioquia, pues en otros departamentos se le conoce con otras variantes como: Mohán de yarumal, El Tigre Mono o Mohán del Tolima.
Es uno de los mitos más tradicionales de Antioquia, y por eso no es gratis que se emplee esta comparación para definir a aquellas personas grotescas y mal vestidas con esta figura mitológica.
Los antioqueños no le decimos mohan sino el Muan de los infiernos.
Se cree que son hombres que viven en las cavernas a orillas de los ríos donde fumaban tabaco y se robaban a las mujeres que más les gustaban cuando éstas iban a lavar la ropa a la quebrada razón por la cual las debía de acompañar un hombre.
Las mujeres le tienen pánico, porque el decir de la gente sobre este personaje es que, es un violador, un sátiro incorregible, persigue a las jovencitas que apenas están saliendo de la pubertad, se las lleva para sus cavernas para acariciarlas y decirles cosas horribles, maliciosas y obscenas. Algunos cuentan que en sus cavernas posee tesoros y guacas de oro pero que es imposible llegar a ellas.
Algunos cuentan que realmente no es mueco, que por el contrario, tiene una dentadura en puro oro, que cuando abre la boca se ilumina la montaña.
Que su sed de niños es insaciable y que en su costal, caben todos los que él quiera llevar.
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