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martes, 15 de febrero de 2011

PADILLA MANUEL ASCENCIO

Manuel Ascensio Padilla (1773-1816)
Alineación al centro
Manuel Ascencio Padilla (o Manuel Ascensio Padilla) (Chipirina, Chayanta, Bolivia, 26 de septiembre de 1774 – La Laguna, actualmente Padilla, Bolivia, septiembre de 1816), militar altoperuano que luchó en las guerras de independencia de su país al frente de guerrillas irregulares, y que murió en defensa de su patria.

Era el hijo de un hacendado local y vivió en el campo casi toda su juventud. Se enroló en el ejército siendo muy joven, participando en la represión y ajusticiamiento de Dámaso Catari, sucesor de Túpac Amaru en el La Paz

Estudió derecho en la Universidad de Charcas, pero abandonó sus estudios para casarse con Juana Azurduy en 1805.

Al estallar la revolución del 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, se unió a la misma; tras ser derrotada, huyó a ocultarse en las aldeas de indios de la sierra.

En septiembre de 1810, la ciudad de Cochabamba se plegó a la Revolución de Mayo y reconoció a la Primera Junta de Buenos Aires.

Padilla fue nombrado comandante civil y militar de una amplia zona intermedia entre Chuquisaca, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra, con centro en La Laguna. Desde allí apoyó con sus 2000 guerrilleros indios la campaña de Esteban Arce, que logró la victoria de Aroma.

Alojó en sus haciendas al Ejército del Norte y apoyó la política de sus jefes, especialmente de Juan José Castelli. Después de la batalla de Huaqui, sus bienes fueron incautados y su esposa cayó presa. Padilla logró rescatarla, por lo que pasó con sus hijos al campamento móvil de su esposo. El general vencedor, José Manuel de Goyeneche, ofreció a Padilla un empleo público y el indulto para que se pasase a los realistas, pero se negó.

Si bien logró una victoria en el pueblo de Pintatora, luego fue derrotado en Tacobamba. Se retiró hacia el sur y se unió al éxodo jujeño, a órdenes de Manuel Belgrano. Participó de las batallas de Tucumán y Salta.

Regresó al Alto Perú a mediados de 1813 y logró reunir un enorme contingente de casi diez mil hombres. Este grupo de indígenas rebeldes fue llamado por Bartolomé Mitre la Republiqueta de La Laguna.

Sin embargo, Belgrano los utilizó como guías y como transporte de cañones a través de las montañas. Aún después de su primera derrota, sólo aceptó la colaboración marginal del batallón de “Leales”, bajo el mando de Juana Azurduy, en la batalla de Ayohuma. Reconociendo su error, posteriormente el general la condecoró regalándole su espada.

Mientras el Ejército se retiraba, los Padilla comenzaban una eficaz guerra de guerrillas contra los realistas, en la zona de Mojotoro, Yamparáez, Tarabuco, Tomina y La Laguna. Esta última villa se llama actualmente "Padilla" y un pueblo vecino, "Azurduy". Otros jefes, como Ignacio Warnes, Juan Antonio Álvarez de Arenales y Vicente Camargo, organizaron también guerrillas de resistencia.

Tras varias semanas de lucha, los realistas secuestraron a los cuatro hijos de los Padilla y mataron a los dos varones. A continuación usaron a las niñas como señuelo para atrapar al caudillo. La respuesta de Padilla y su esposa, seguidos por algunos soldados, fue atacar furiosa y ciegamente a sus enemigos, consiguiendo matarlos y rescatar a las niñas, pese a que murieron días más tarde. A partir de ese momento, se convirtió en uno de los caudillos más violentos del Alto Perú, lo que lo llevó incluso a enfrentamientos con caudillos como Umaña.

Durante la tercera expedición al Alto Perú, tomó la ciudad de Chuquisaca, pero el general Rondeau nombró gobernador de la misma a Martín Rodríguez. Como Belgrano, Rondeau se negó a emplear la ayuda ofrecida por Padilla. Pero cuando fue derrotado en la batalla de Sipe-Sipe, le ordenó cubrir su retirada y sostenerse en Chuquisaca.

"Estaré de regreso sin que pase mucho tiempo"

En una enérgica y conocida carta de respuesta a Rondeau, Padilla respondió:

"Lo haré como he acostumbrado hacerlo en más de 5 años por amor a la Independencia...el enemigo no tendrá un solo momento de quietud"

Pero también reprochaba violentamente el desprecio con que el Ejército había tratado a los altoperuanos, privándolos de armas y soldados. Padilla cumpliría sus promesas hasta la muerte; Rondeau y su ejército no podrían cumplir la suya.

La guerra continuó sin cuartel, pero los patriotas iban siendo vencidos uno a uno: de acuerdo al historiador argentino Bartolomé Mitre, de más de cien caudillos que lucharon contra los realistas, al final de la guerra sólo quedaban 9 con vida. En mayo de 1816 caía el coronel Camargo en Cinti, y fue de inmediato degollado; la villa de Cinti se llama actualmente en su honor Camargo.

Tras una serie de batallas menores, rodeadas por un enorme número de enemigos, las fuerzas de Padilla fueron vencidas en la batalla de La Laguna. El vencedor, coronel Aguilera, ordenó matar a los prisioneros, entre ellos Padilla. Su cabeza fue expuesta en la punta de una lanza en la plaza de La Laguna.

El general Belgrano lo nombró coronel, sin saber que ya había muerto. Al enterarse, nombró teniente coronel a Juana Azurduy, que intentaba seguir sin su marido. Pero también Juana debió retirarse hacia el sur, refugiándose en Salta. Regresó a Chuquisaca en 1825, después de la derrota final realista, donde a fines de ese año la visitaron Simón Bolívar y Antonio José de Sucre. Moriría el 25 de mayo de 1863, acompañada por su única hija sobreviviente.




Quilapayún - Manuel Ascencio Padilla

Manuel Ascencio Padilla

Letra
Sergio Ortega

Manuel Ascencio Padilla,
Padilla Ascencio Manuel
no habrá ninguno como él
su valor ¡qué maravilla!
Empujao' por la guerrilla
salió dispuesto a vencer
pero le ha de acontecer
que en una mala acechanza
no perdiendo la esperanza
la vida la ha de perder.

Juana se hubo de llamar
la mujer de aquel valiente
caramba, que limpiamente
llegó dispuesta a luchar.
Una fiera al atacar
sin dar ni pedir clemencia'
Señor mío, qué conciencia,
qué claridad, qué razones
conquistando corazones
luchó por la independencia.

Empujados a luchar
se entregan al pensamiento
de que al fin un alzamiento
habrá de tener lugar.
Ya dispuestos a tomar
el corbo y la carabina
las pampas de la Argentina
del godo van a librar.
En qué habrá de terminar
la muerte ya lo adivina.

Uno puede asegurar
que no es de hombre el ir llorando
¿a qué seguirse aguantando
las ganas de protestar?
ahura para rematar,
ahura mando, ahura sentencio:
no han de quedar en silencio
los que han sabido luchar
yo prometo continuar
por Juana y Manuel Ascencio.


Fuente
http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Ascencio_Padilla
http://www.cancioneros.com/nc/

Imagen
es.wikipedia.org

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/03/tupac-amaru.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/09/la-flor-del-alto-peru.htm
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/09/nuestra-senora-de-la-merced.html


http://www.youtube.com/watch?v=PfD2RiSxuh0



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