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jueves, 17 de junio de 2010

LA VIUDA DE AMBLAYO




En la misma peña en que la mataron se sentaba por horas a llorar.

En Amblayo la gente cuenta que a menudo se escuchaba su llanto.

Fortuny, estudioso del folklore, comenta que personalmente la escuchó llorar durante días, aunque agrega que le parecía un pájaro nocturno, sin identificar el ave. Otros, entre ellos don Sinforoso Arca, viejo poblador de esos pagos, ya fallecido, contaba a los empleados de la Comisión de Energía Atómica, que cuando niño, y se encontraba a cargo de una majada de cabras, había visto varias veces a la Viuda sentada en una peña, llorando lastimeramente por horas. La primera vez que la sintió, de curiosos don Sinforoso se acercó con su perro Negro hasta ella, pues de lejos le parecía que era su abuelita que solía sentarse en las peñas a hilar la lana mientras cuidaba del puma la majada de cabras y ovejas.

Cuando estuvo a metros del bulto, vio que no era su abuela, y que lloraba muy sentida. El perro comenzó a aullar, a no querer avanzar mientras le cruzaba el cuerpo para impedir que continúe caminando. Quieto ya, como a unos treinta metros -contaba don Sinforoso- "li'alcanzao a ver las manos, y li'visto q'eran de hueso pila, sin carne y con las uñas larguísimas".

Visto esto abandonó la majada lo más rápido que pudo y volvió corriendo y asustado hasta el rancho, para contra lo sucedido a sus mayores.

Espantados los padres salieron en búsqueda de la majada y se dieron que varios animales estaban muertos como si hubiesen sido estrangulados con afiladas garras.

Cuando vino el Cura para "las patronales", le contaron lo ocurrido y éste hizo que todos fueran en procesión hasta el lugar para bendecirlo.

Con los años don Sinforoso se enteró que un pastor había asesinado a su esposa en esa peña, por culpa de otra mujer.

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