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miércoles, 5 de mayo de 2010

EL HORNERO


El hornero, es un ave que arma su nido, por lo general, en la cercanía de los humanos.

Ese nido tiene dos compartimentos, de los cuales el más protegido es el de la hembra y que es donde ésta empolla.

Además, una superstición dice que romper nido de horneros atrae a la tormenta. Cuando llueve el hornero se pasea por el nido, alborozado, dejando sus huellas.

Una leyenda de origen guaraní cuenta que Jahé, hijo único de su padre y criado en el monte alejado del contacto con los demás, un día, al salir en persecución de una carpincho, oyó un chapoteo en el río y acudió creyendo que se trataba del animal.

En realidad, era una hermosa joven que desapareció de inmediato, pero que lo dejó prendado por su hermosura.

En la espera de poder volver a verla, el cansancio lo hizo dormirse a orillas del río.

Al despertar vio salir de las aguas a la hermosa joven y quedó totalmente enamorado. Pero como sucede generalmente en estos cuentos, sobrevendría un hecho trágico.

El premio de una dura prueba

Trastornado por la hermosura de la muchacha, hija de un jefe local, se dirigió al poblado, acompañado por su padre, a pedir la mano de la joven como esposa.

Pero había otros pretendientes, por lo que la costumbre establecía que todos ellos deberían someterse a tres pruebas; el ganador final se quedaría con la novia.

La última y definitiva era atroz: debían envolverse en cueros mojados de animales que, a medida que se secaban iban achicharrando a los muchachos.

El vencedor sería el último en sobrevivir. Una cruel prueba, cuyo resultado puede adivinarse.

Jahé triunfó en natación y triunfó en carrera. A la tercera prueba se sometieron muy pocos.

Rápidamente, la mayoría fueron abandonando; sólo quedaron Jahé y Aguará (el zorro).

Al noveno día, cuando Aguará no soportó más y pidió que lo sacaran, todos acudieron a ayudarlo y por un tiempo se olvidaron de Jahé.

Al ir a aflojar su tortura y proclamarlo vencedor y digno del amor de la doncella, vieron que de adentro del cuero salía un pajarito pequeño que, de inmediato comenzó a hacer su nido con paja y barro.

En ese mismo momento, ante la estupefacción de todos, la joven princesa se transformó a su vez en ave y lo siguió en su vuelo, triunfando así, el amor sobre el sufrimiento.

Desde entonces el hornero anda en pareja.

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