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miércoles, 23 de abril de 2008

LA CACICA DE GUATAVITA




Guatavita era el nombre de uno de los más poderosos caciques muiscas, cuya esposa principal fue sorprendida siendo infiel. El cacique hizo matar a su rival y obligó a su esposa a comer en público el corazón de su amante.

Asustada, la cacica tomó en brazos a su hija y huyó hasta la laguna de Guatavita donde se arrojó.

El Cacique, arrepentido, pidió a un sacerdote que rescatara a su mujer con sus poderes pero todo fue inútil. La cacica entonces se convirtió en la diosa tutelar de la laguna a quien los muiscas, supremos cultores del agua desde los albores mismos de su civilización, transformaron en un adoratorio de cuatro kilómetros de circunferencia, 400 metros de diámetro y 20 metros de profundidad, a una altura de 3.199 metros sobre el nivel del mar, en donde, por medio de los sacerdotes o chuques, tributaban permanentemente a la diosa titular, quien, en forma de serpiente, de tiempo en tiempo salía a la superficie para recordarle a la gente la necesidad de plegarias, para renovarles su fe, en fin, para exigirles sacrificios y votos de toda especie.

Las ofrendas se hacían, por lo general, en figurillas de oro, tiradas por los creyentes y entregadas al sumo sacerdote para que éste, a su vez, sirviera de intermediario ante la diosa acuática, lo que hacia en medio de complicada liturgia, para después arrojarlas al seno de la laguna, donde moraba la diosa quien, satisfecha con las plegarias y las ofrendas, aplacaba su cólera, otorgaba perdón, era generosa con quienes la veneraban.

Este notable suceso daría origen a la ceremonia religiosa y política, conocida, desde la Colonia hasta hoy, como la leyenda de “El Dorado”.

1 comentario:

  1. LA CACICA GUATAVITA*

    Por Dr Litt. Héctor José Corredor Cuervo

    Era una cacica bella
    y del cacique la esposa
    quien siendo amable y graciosa
    al pasar dejaba su huella
    con aroma de doncella,
    sin saber que la atracción
    nublaba hasta la razón
    y blindaba el pensamiento
    para aguantar sufrimiento
    de un gran amor con pasión.

    Siendo testigo la luna
    con el sol complicidad
    por temor a la crueldad
    se zambullo en la laguna
    bajo el manto de la bruma
    la amante del gran guerrero
    que le dio amor verdadero
    con caricias de ilusión
    sabiendo que en la prisión
    moría por traicionero.

    Bajo las aguas descansa
    con figura de serpiente
    y con su hija hoy ella siente
    los sonidos de la danza
    que llegan de la labranza
    donde Sua la sorprendió
    con el amante que dió
    su vida y su corazón
    rugiendo como un león
    por la mujer que adoró.

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