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sábado, 10 de abril de 2010

RÍO HONDO, SANTIAGO DEL ESTERO



En 1586, fray Francisco Solano, de la orden de los franciscanos, llegó a las actuales provincias del norte argentino, procedente de Perú. Cuatro años más tarde, el obispo Fernando de Trejo encomendó al misionero cristiano la difícil tarea de la evangelización.

Solano catequizó a los indios del noroeste argentino y llegó hasta La Rioja, Catamarca y Córdoba.

Cuenta la tradición que San Francisco Solano regresaba de Tucumán a Santiago con una tropa de carretas cargadas de madera para la iglesia que se levantaba en esta última ciudad.

Las copiosas lluvias hacían difícil el transito ya que las carretas se encajaban en el barro.

Al llegar al río Dulce, la tropa se detuvo; otras carretas estaban allí paradas y aseguraban los carreteros que era imposible vadear, pues en ese paso el río era muy hondo.

En tanto las personas y bestias tomaban descanso, San Francisco oraba.

Terminadas sus oraciones dio orden de atar los bueyes y reanudar el viaje.

Todos se miraron asombrados, pero obedecieron. El santo montado en su mulita, se puso a la cabeza de la tropa. San Francisco penetró en el río levantando el cordón de su hábito, y la encrespada masa de aguas turbias abrió un camino por el que pasaron las carretas.

Llegados sin tropiezos al otro lado, el santo dijo bromeando: "Ahí tienen el río hondo"; y desde entonces se llamó río Hondo a esa parte del Río Dulce.

viernes, 9 de abril de 2010

EL BICHO DE VALJONDO

Siguiendo el curso del río Tejadas, un poco más abajo del Desengalgadero de las Brujas, enseguida nos encontramos con Valjondo, entre las Breñas y Quebrantacanillas, lugar donde se escenifica la mayor parte de la leyenda del Bicho del Valjondo, leyenda de intriga, de curiosos enfrentamientos, de picaresca, en la que campea, como estrella rutilante, la figura de Melero, personaje variopinto y denso que hubiera hecho, sin duda, las delicias de las plumas de Cervantes o de Cela.

Melero, avezado militar retirado de mil contiendas, se disfraza de dragón, incluido un artilugio casero para lanzar bocanadas de fuego, para apoderarse de las aguas del río.

Sirviéndose de cuantas tretas había utilizado en las escaramuzas bélicas en las que había participado, amedrenta a sus linderos de Valjondo para que le dejen el camino expedito para llevar a su huerto, el más alejado de la toma, las escasas aguas disponibles.

Así puede darle a su lino el último riego y sacar adelante una cosecha de la que dependía su supervivencia.

Su ingenio no tiene límites a la hora de desembarazarse de dos jovenzuelos pendencieros, que sospechan de él y le desafían, a los que, además de dejarlos en ridículo y humillarlos, les hace poner pies en polvorosa.

Ayuntamiento de Mogarraz

jueves, 8 de abril de 2010

EL DESENGALGADERO DE LAS BRUJAS

Camino del Agua, Mogarraz, Salamanca, España.



En la cabecera de las Breñas, muy cerca del puente del camino de Monforte, bautizado hoy como “Camino del Agua”, está El Desengalgadero de las Brujas, lugar que da nombre a otra entrañable y entretenida leyenda.

Se trata de una profunda depresión, peligrosa a poco que uno se descuide al recorrer dicho camino, donde tuvo lugar la “madre de todas las batallas” entre los clanes brujeriles de la comarca, arrastrados por la rivalidad de dos clanes monforteños, a los que la astucia de dos mozas que querían conseguir de sus padres la autorización para casarse con sus novios había enzarzado en una guerra fratricida.

El zapatero mogarreño Rabirones, bribón y caracolero, avivó involuntariamente el enfrentamiento de los clanes de Monforte con sus preferencias amatorias, hasta desencadenar la famosa batalla en la que todos los zánganos y brujas de la comarca perdieron sus instintos y poderes mágicos, desengalgándose o despeñándose en ese lugar.

Convulsa leyenda, que describe costumbres de la España más profunda y que termina con la erradicación de la comarca de las brujas y de los zánganos y, como consecuencia, lleva a efecto la limpieza de tantas supersticiones y creencias irracionales, que hoy, al decir de Eufemio, que es quien relata esta leyenda en su libro “Mogarreño dapié”, parecen tornar por sus fueros de la mano de astrólogos, adivinos y nigromantes, los cuales se montan florecientes negocios a cuenta de la credulidad, de la incultura y de la carencia de conciencia crítica de los ciudadanos, incluso de conspicuos políticos y de quienes han hecho difíciles carreras y ganado laboriosas oposiciones.

Para la fantasía popular la depresión del lugar fue efecto de la tormenta catastrófica que provocaron los estertores de todos los poderes brujeriles de la zona.

Dicen que las piedras, los árboles y todo tipo de armas usadas por las brujas, sobre todo escobas, fueron arrastrados hacia Extremadura por la gran riada que se formó entonces.

Eufemio Puerto Cascón, "Mogarreño dapié" Mogarraz, Salamanca España.

miércoles, 7 de abril de 2010

LA MORA 'ENCANTÁ'

A media ladera de los Cabriles, en el río Tejadas, en el límite con el término municipal de Monforte y cerca del de La Alberca, está el Charco de la Mora Encantá, que da cuerpo a una preciosa leyenda, de contenidos históricos trágicos.

En ese charco sobrevive la bellísima mora Laila, encantada por un mago que la salvó de las terribles garras de los gavilanes árabes.

Resignada, se aparece la víspera de la noche de San Juan revestida de oro y luz para ofrecerse en matrimonio al audaz serrano que quiera aceptarla.

Solo el matrimonio la librará de su fatal encantamiento. A cambio, hará a su osado cónyuge rico y feliz.

Un veterinario mogarreño, después de realizar una proeza profesional para salvar la vida de un mulo en Monforte y de piparse un poco para celebrarlo con los mozos monforteños, se retrasó en regresar a Mogarraz y se encontró de bruces con ella al llegar al río la noche de un 23 de junio.

Al no poder aceptarla en matrimonio por estar ya casado, se las tuvo que ver con el genio que siempre acompaña a la mora en una pelea de la que salió malparado.

Mozas mogarreñas, al bañarse en ese charlo, han creído ver en las burbujas y remolinos del agua el lenguaje con que les hablaba la mora Laila.

Preciosa leyenda, todavía inconclusa para la intriga popular, digna de figurar entre las más destacadas de 'Las mil y una noches'.

Leyenda de Mogarraz, Provincia de Salamanca, España.

martes, 6 de abril de 2010

MADI-Ó


Esto debió haber pasado hace mucho, muchísimo tiempo.

Antes de que los guaraníes emprendieran su largo viaje hacia el Sur, desde el corazón de las selvas sudamericanas.

Mandi-ó era una nenita fea, alta, flaca y delgada. Tenía manos muy grandes con dedos muy largos. No jugueteaba con los otros chicos. Se quedaba ahí, paradita, mirando como si quisiera hacerlo. Pero no participaba. Mientras tanto, los demás correteaban por la selva.

-Mandi-ó, algún día vas a echar raíces- la regañaba su mamá. Y su papá la retaba por que no acompañaba a su mamá cuando ésta salía en busca de frutos silvestres. Porque en aquellos tiempos remotos la gente no conocía la agricultura y sufría terribles hambrunas: solo se alimentaba con los productos de la caza y de la pesca (tareas a cargo de los hombres) y con los frutos de la selva que las mujeres recogían con la ayuda de sus hijos.

Pero Mandi-ó, siempre triste y avergonzada por su fealdad, se negaba a acompañar a su mamá y a sus hermanitos en esas salidas, en la que los chicos no solo ayudaban sino que, además, recorrían la selva y se deslumbraban con todo lo que veían, como cualquier chico del mundo.
Mandi-ó se quedaba paradita, a la entrada de la tekoá, la aldea que su padre había construido, en un claro de la selva, junto con los otros hombres de la comunidad. No se atrevía a seguir a los suyos, como si les tuviera miedo a la espesura.

Entonces Tupá, el Dios de los guaraníes, se apiadó de ella. En sueños le dijo lo que debía hacer: en adelante, la niña sería importantísima para toda su gente, porque les iba a enseñar a alimentarse mejor.

Sólo era preciso que algún rayo incendiara un sector de la selva, con lo que se haría un claro en el cerrado boscaje y cuando, el terreno quedara despejado, ella debía dirigirse allí, sin miedo, para cavar un hoyo y meter en él sus piecitos. Eso sí: debía pedirles a sus hermanitos que la buscaran al día siguiente. Y así fue como lo hicieron.

¿Qué encontraron? Cuando todos salieron en busca de Mandi-ó, en el centro del claro vieron una planta desconocida hasta entonces: un arbusto muy verde, de casi dos metros de altura, con grandes hojas en forma de manos y dedos larguísimos. Cavaron para desenterrar los pies de la niña; y en su lugar sólo encontraron gruesos tubérculos.

Era la mandioca, planta originaria de esas tierras, cuyo cultivo se comenzó a realizar en claros abiertos a propósito, con hacha y fuego. Desde entonces, los tubérculos de la mandioca fueron utilísimos porque la Mandi-ó o la mandioca acompañó a los guaraníes en su larga migración hacia el Sur, asegurándoles siempre el alimento. Mientras tanto, la misma planta viajó con los tupíes hacia el norte, cruzó el caudaloso Amazonas y, ya en la meseta de las Guayanas, fue adoptada por los caribes quienes la llevaron a las Antillas con el nombre de yuca. Desde entonces, la yuca o mandioca alimenta a millones de americanos, a quienes brinda la fariña, la tapioca y el sabroso pan de cazabe.

Leyenda Guaraní

lunes, 5 de abril de 2010

EL TRAUCO


El Trauco, también conocido como Chauco, Huelli, Huelle, Pompón del Monte o Cusme el benja es una criatura con características de íncubo presente en la mitología chilota y, dentro de esta mitología, uno de sus personajes más importantes.

El Trauco es una criatura con el aspecto de un hombre de facciones desagradables, de baja estatura, entre 65 y 90 cm; y sus piernas tienen sólo muñones donde deberían estar los pies.

El Trauco se pasea por los bosques del sur de Chile, con un bastón retorcido llamado Pahueldún; y además lleva una pequeña hacha de piedra, con la cual se dice que es capaz de cortar cualquier árbol con solo tres golpes. Se viste con un sombrero cónico que al igual que el resto de su ropa está hecho de quilineja, una planta trepadora.


Los habitantes de Chiloé cuentan en sus leyendas que esta criatura posee una fuerza descomunal. Su origen es incierto, aunque se dice que sería un hijo bastardo de la serpiente mítica Caicai, nacido de la unión de la rabia que sintió esta serpiente hacia los seres humanos, y de la ingratitud que muchos hombres tienen hacia el mar, por todo lo que nos ofrece. Por ello el Trauco habría nacido sin pies y no sabría nadar.

El Trauco vive junto a su esposa llamada la Fiura quien también es su hija, la cual nació de una relación que tuvo el Trauco con la Condená.

Con la Fiura tendría varios hijos, que tienen las mismas características del trauco si son machos, y de la fiura si son hembras; los cuales conservan los mismos nombres de sus padres.

Esta criatura viviría junto a su mujer en los troncos huecos de los árboles o en pequeñas cavernas; y sólo se alimenta de naranjitas, los frutos de la quilineja.

El Trauco no es monógamo, y se caracteriza por engañar a la Fiura frecuentemente, al salir a buscar doncellas solitarias; las que atrae con su poder, especialmente si son vírgenes. Por ello se dice que el Trauco es un ente errante que vaga por los bosques buscando jovencitas vírgenes, a la que espera colgado de la rama del tique; para no ser descubierto. Si la joven camina sola y se encuentra a la vista del Trauco, este mediante el uso de su hacha derriba árboles, para que la muchacha producto del susto se desoriente y así pillarla desprevenida y paralizarla mediante su mirada. Luego con el uso de su Pahueldún, le soplaría suavemente su aliento; con lo cual la muchacha a pesar de su apariencia, se enamoraría perdidamente del Trauco. Ya hechizada la muchacha, esta lo seguiría al interior del bosque para tener relaciones con él.

Producto de las caricias del Trauco, se dice que muchas veces las mujeres terminarían con heridas en su cuerpo, en especial en la cara.

El Trauco igualmente cuando esta interesado en una mujer, pero no puede tomarla, ya que como precaución esta nunca sale sola al bosque; el Trauco actuaría primeramente comunicando su presencia a la muchacha, al depositar sus excrementos amarillos frente a la puerta de su casa.

Posteriormente anunciaría su visita a la casa la joven, enviándole sueños libidinosos; en el cual se transformaría en un joven apuesto para convencerla mágicamente. Si la familia de la muchacha se da cuenta de estos hechos, deben tomar precauciones, ya que el Trauco podría entrar furtivamente a la casa transformado en un manojo de quilineja junto al resto de las ramas, carbón o leña usada en la casa; de esta forma esperaría la noche para tomar a su víctima.

El Trauco no actuaría frente a testigos, y por ello está siempre alerta. Pero si alguien molesta al Trauco, y no es una mujer; es capaz de matarlo mediante el uso de su mirada, o quebrándole los huesos. Igualmente mediante su mágico aliento se dice que puede torcerle la boca, dejarlo jorobado, atontado, mudo, y condenarlo a morir en poco tiempo.


En algunas zonas de Chiloé, es costumbre de las madres cuando sospechan de la presencia de este ser maligno, dejar sobre la mesa al acostarse un puñado de arena seca. Como el perverso personaje se siente atraído a contar los granos de arena, se olvida de las muchachas; y con las primeras luces del alba desaparece por temor a ser sorprendido por muchas personas.

Otra forma de alejar al Trauco sería colocar excrementos en el cuerpo de la mujer, ya que el Trauco es muy limpio en relación a todo lo que toca; así que cuando ve cosas sucias se aleja y ya no codicia a su enamorada.

También puede ser alejado mediante la quema de sus excrementos, pero hay que tener cuidado ya que sus excrementos si se pisan o tocan ocasionarían al poco tiempo la muerte de las personas.

El hombre si es sorprendido por el Trauco, y si tiene suerte y una pequeña posibilidad de actuar; debe dar golpes o azotes al Pahueldún del Trauco, ya que esto afectaría intensamente a este ser. Así, el hombre puede tener una oportunidad de escapar; y si el hombre consigue atraparlo siendo este uno de los hijos del Trauco original, puede tener la posibilidad de atrapar a este Trauco y colgarlo sobre un fogón; donde se convierte en un palo que destila cierto aceite mágico y de esta forma lograr matarlo. Este aceite sería un remedio de excelentes resultados que debe ser frotado en las víctimas de los maleficios del Trauco.

Producto de la conducta que el Trauco presentaría en la leyenda, es así como en la sociedad de Chiloé, cuando una joven quedaba embarazada y no se sabía quién era el padre de la criatura; se cubría la deshonra de sus hijas, y se solía atribuir este acto al Trauco.

El embarazo y el nacimiento del hijo, al ser atribuido al Trauco, no sería un hecho que afectaría socialmente a la madre ni al niño; ya que de esta forma se haría creer que ambos estarían relacionados con la magia de un ser extraterreno, y por ello protegidos.

Referencias

  • Renato Cárdenas A., y Catherine G. Hall. Chiloé: manual del pensamiento mágico y la creencia popular. s.n., 1985.
  • Julio Vicuña Cifuentes. Mitos y supersticiones: estudios del folklore chileno recogidos de la tradición oral, con referencias comparativas a los otros países latinos. Nascimento, 1947.

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Trauco"

domingo, 4 de abril de 2010

LA TUNDA



La Tunda: Es una leyenda propia de las poblaciones costeras del océano Pacífico en Colombia, especialmente del departamento del Chocó.

Según los relatos, La Tunda, una mujer que nació como fruto del amancebamiento del diablo con una bella negra de la cual se enamoró en una noche de currulao. Sin embargo hay otras versiones.

Esta mujer legendaria tiene un pie humano y otro en forma de molinillo o de tingui-tingui (raíz de un árbol) el cual esconde hábilmente cuando se enfrenta a alguien. La única forma de conocerla es descubriendo su pata de molinillo.

La Tunda se lleva a los bebés no bautizados, a los niños desobedientes, a los maridos trasnochadores e infieles y a jóvenes hombre o mujeres, a los confines del monte, en donde el desafortunado pierde todo sentido de orientación, para convertirlos en sus amantes.

La Tunda engaña a sus víctimas tomando la apariencia de sus madres o de un pariente cercano, o de una mujer bonita, para que la sigan al monte. A veces se aparece en una casa y hace creer a los niños solos que es su mamá que viene a contemplarlos.

Ya en sus dominios, a los “entundados” los alimenta con camarones y cangrejos que cocina dentro de su cuerpo. La Tunda con sus malos olores emboba a sus víctimas, los convierte en sus amantes idiotizándolos.

Una persona «entundada» es aquella que es llamada por la Tunda con su nombre, y paso a paso se la lleva a la selva y allí la entunda.

Los “entundados” aprender a amar a dicha mujer y rechazan a los humanos. Para poder rescatarlos de la Tunda, es necesario formar una comisión con el padrino y la madrina del “entundado”, un sacerdote, amigos y otros familiares. Todos ellos se internan en el monte tocando tambores (cununos y bombos), quemando pólvora, disparando escopetas, rezando las oraciones y diciendo palabras soeces para que ella desaparezca.

La Tunda, al verse atrapada, muerde, patea, escupe y gruñe como un marrano. En ocasiones, cuando la Tunda se aleja, un fuerte aguacero cae sobre toda la región y para aplacarlo hay que rezar la oración de Santa Bárbara:

Santa Bárbara, santa flor
en la cruz del salvador
cuando retumbe el trueno
Santa Bárbara nos guarde
por la virtud que ella tiene
que nos libre de los rayos.

La Tunda también hace perder a los caminantes de las orillas del mar, haciéndolos desviar su camino al hacerlos perder en medio de las palmeras y los árboles, y siempre que se hace el intento de regresar al caserío, se vuelve al mismo punto desde donde se perdieron.

Algunos dicen que la Tunda es un ser que experimenta sentimientos humanos, se enamora, se queja y odia, especialmente a los niños. A pesar de sus sentimientos y acciones humanas, la Tunda tiene poderes sobrehumanos, pues es ella quien produce la conjugación de sol y lluvia, y cuando esto pasa la gente del Pacífico dice que: “la Tunda está pariendo”.


Escrita por Eblyn Zulema Espinosa.