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sábado, 14 de febrero de 2009

EL QUIRQUINCHO MÚSICO



Aquel quirquincho viejo, nacido en un arenal de Oruro, acostumbraba pasarse horas de horas echado junto a una grieta de la peña donde el viento cantaba eternamente.

El animalito tenía una afición musical innegable. ¡Cómo se deleitaba cuando oía cantar a las ranas en las noches de lluvia! Los pequeños ojos se le ponían húmedos de emoción y se acercaba, arrastrando su caparazón, hasta el charco, donde las verdes cantantes ofrecían su concierto.

-¡Oh, si yo pudiera cantar así, sería el animal más feliz del altiplano! - exclamaba el quirquincho, mientras las escuchaba extasiado.

Las ranas no se conmovían por la devota admiración que les tenía el quirquincho sino que, más bien, se burlaban de él.

-Aunque nos vengas a escuchar todas las noches hasta el fin de tu vida, jamás aprenderás nuestro canto, porque eres muy tonto.

El pobre quirquincho, que era humilde y resignado, no se ofendía por tales palabras, dichas en un lenguaje tan musical, como suele ser el de las ranas. El sólo se deleitaba con la armonía de la voz y no comprendía el insulto que ella encerraba.

Un día creyó enloquecer de alegría, cuando unos canarios pasaron cantando en una jaula que conducía un hombre.

¡Qué deliciosos sonidos! Aquellos pajaritos amarillos y luminosos, como caídos del Sol, lo conmovieron hasta lo más hondo...

Sin que el jaulero se diera cuenta, lo siguió, arrastrándose por la arena, durante leguas y leguas.

Las ranas que habían escuchado, embelesadas, el canto, salieron a orilla de la laguna y vieron pasar a los divinos prisioneros que revoloteaban en las jaulas.

-Estos cantores son de nuestra familia, pues los canarios son sólo sapos con alas -dijeron las muy vanidosas y agregaron- : Pero nosotras cantamos mucho mejor. -Y reanudaron su concierto interrumpido.

-¡Chist... ¡Esperen! -dijo una de ellas-. Miren al tonto del quirquincho. Se va tras las jaulas. Ahora pensará aprender a trinar como un canario... ja... ja... ja...

El quirquincho siguió corriendo y corriendo tras el hombre de las jaulas, hasta que las patitas se le iban acabando, de tanto rasparlas en la arena.

-¡Qué desgracia! ¡No puedo caminar más y los músicos se van!

-Allí se quedó tirado hasta que el último trino mágico se perdió a lo lejos...

Ya era de noche cuando regresaba a su casa. Y al pasar cerca de la choza de Sebastián Mamani, el hechicero, tuvo la idea de visitarlo, para hacerle un extraño pedido.

-Compadre, tú que todo lo puedes, enséñame a cantar como los canarios -le dijo llorando.
Cualquier persona que no fuera el hechicero se hubiera reído a carcajadas del quirquincho, pero Sebastián Mamani puso la cara seria y repuso:

-Yo puedo enseñarte a cantar mejor que los canarios, que las ranas y que los grillos, pero tienes que pagar la enseñanza... con tu vida.

-Acepto todo, pero enséñame a cantar.

-Convenido. Cantarás desde mañana, pero esta noche perderás la vida.

-¡Cómo!... ¿Cantaré después de muerto?

-Así es.

Al día siguiente, el quirquincho amaneció cantando, con voz maravillosa, en las manos del mago. Cuando éste pasaba, poco más tarde, por el charco de las ranas, se quedaron mudas de asombro.

-¡Vengan todas! ¡Qué milagro! ¡El quirquincho aprendió a cantar!...

-¡Canta mejor que nosotras!...

-¡Y mejor que los pájaros!...

-¡Y mejor que los grillos!...

-¡Es el mejor del mundo!...

Y, muertas de envidia, siguieron a saltos tras del quirquincho que, convertido en charango se desgranaba en sonidos musicales.

Lo que ellas ignoraban era que nuestro pobre amigo, como todo gran artista, había dado la vida por el arte.

Notas:

El quirquincho es un armadillo que habita en el Altiplano de Bolivia.

El charango es un instrumento musical de cuerdas que se fabrica originariamente con el caparazón del quirquincho.


Fuente: http://www.redboliviana.com
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/09/el-quirquincho.html

viernes, 13 de febrero de 2009

LA COCA

Balsas de totora, isla de Uru, Lago Titicaca, Bolivia


Era por el tiempo en que habían llegado a estas tierras los conquistadores blancos.

Las jornadas siguientes a la hecatombe de Cajamarca fueron crueles y sangrientas.

Las ciudades fueron destruidas, los cultivos abandonados, los templos profanados e incendiados, los tesoros sagrados y reales arrebatados. Y, por todas partes en los llanos y en las montañas los desdichados indios fugitivos, sin hogar, llorando la muerte de sus padres, de sus hijos o de sus hermanos. La raza, señora y dueña de tan feraces tierras yacía en la miseria, en el dolor.

El inhumano conquistador, cubierto de hierro y lanzando rayos mortales de sus armas de fuego y cabalgando sobre briosos corceles, perseguía por las sendas y apachetas a sus espantadas victimas.

Los indios indefensos, sin amparo alguno, en vano invocaban a sus dioses.

Nadie, ni en el cielo ni en la tierra, tenía compasión de ellos.

Un viejo adivino llamado kjana-chuyma que estaba, por orden del inca, al servicio del templo de la isla del Sol, había logrado huir antes de la llegada de los blancos a las inmediaciones del lago, llevándose los tesoros sagrados del gran templo. Resuelto a impedir a todo trance que tales riquezas llegaran al poder de los ambiciosos conquistadores, había conseguido después de vencer muchas dificultades y peligros, en varios viajes, poner a salvo por lo menos momentáneamente; el tesoro en un lugar oculto de la orilla oriental del lago Titicaca.

Desde aquel sitio no cesaba de escudriñar diariamente todos los caminos y la superficie del lago para ver si se aproximaban las gentes de Pizarro.

Un día los vio llegar. Traían precisamente la dirección hacia donde él estaba. Rápidamente resolvió lo que debía hacer. Sin perder un instante, arrojo todas las riquezas en el sitio mas profundo de las aguas. Pero cuando llegaron junto a él los españoles, que ya tenían conocimiento de que kjana-chuyma se había traído consigo los tesoros del templo de la isla, con intención de sustraerlo al alcance de ellos, lo capturaron para arrancarle si fuera preciso por la fuerza el ansiado secreto.

Kjana-chuyma se negó desde el principio a decir una palabra de lo que los blancos le preguntaban. Sufrió con entereza heroica los terribles tormentos a que lo sometieron.

Azotes, heridas, quemaduras, todo, todo soporto el viejo adivino sin revelar nada de cuanto había hecho con el tesoro.

Al fin los verdugos, cansados de atormentarle inútilmente, le abandonaron en estado agónico para in por su cuenta a escudriñar por todas partes.

Esa noche, el desdichado kjana-chuyma, entre la fiebre de su dolorosa agonía, soñó que el Sol, Dios resplandeciente, aparecía por detrás de la montaña próxima y le decía:

-Hijo mío, tu abnegación en el sagrado deber que te has impuesto voluntariamente, de resguardar mis objetos sagrados, merece una recompensa. Pide lo que desees, que estoy dispuesto a concedértelo.

-¡Oh!, Dios amado – respondió el viejo- ¿Qué otra cosa puedo yo pedirte en esta hora de duelo y de derrota, sino la redención de mi raza y el aniquilamiento de nuestros infames invasores?

-Hijo desdichado-le contesto el Sol- Lo que me pides, es ya imposible. Mi poder ya nada puede contra esos intrusos; su dios es más poderoso que yo. Me ha quitado mi dominio y por eso, también yo como nosotros debo huir a refugiarme en el Misterio del tiempo. Pues bien, antes de irme para siempre, quiero concederte algo que esté aún dentro de mis facultades.

-Dios mío,- repuso el viejo con pena- si tan poco poder ya tienes, debo pensar con sumo cuidado en lo que voy a pedirte.

Un grupo de habitantes del imperio del Sol, escapando de los intrusos, embarcándose en pequeñas balsas de totora, atravesó el lago y fue a refugiarse en la orilla donde kjana-chuyma estaba luchando con la muerte.

Los indios acudieron a cuidarlo. Kjana-chuyma era uno de los yatiris más queridos en todo el imperio, por eso los indios, rodearon su lecho de agonía, llenos de tristeza, lamentando su próxima muerte.

El anciano, al ver en torno de si ese grupo de compatriotas desdichados, sentía mas honda pesadumbre e imaginaba los tiempos de dolor y amargura que el futuro guardaba a esos desventurados. Fue entonces que se acordó de la promesa del gran astro.

Resolvió pedirle una gracia, un bien durable, para dejarlo de herencia a los suyos; algo que no fuera ni oro ni riqueza; para que el blanco ambicioso no pudiera arrebatarles; en fin un consuelo secreto y eficaz para los incontables días de miseria y padecimientos.

Al llegar la noche, lleno de ansiedad en medio de la fiebre que le consumía, imploro al sol para que acudiera a oírle su última petición. A los pocos momentos un impulso misterioso lo levantó de su lecho y lo hizo salir de la choza.

Kjana-chuyma, dejándose llevar por la secreta fuerza que lo dirigía, subió por la pendiente arriba hasta la cumbre del cerro. En la cima notó que le rodeaba una gran claridad que hacia contraste con la noche fría y silenciosa.

De pronto una voz le dijo:

-Hijo mío. He oído tu plegaria. ¿Quieres dejar a tus tristes hermanos un lenitivo para sus dolores y un reconfortantes para las terribles fatigas que les guarda en su desampara?

-Si, si. Quiero que tengan algo con que resistir la esclavitud angustiosa que les aguarda. ¿Me la concederás?

-Bien,- respondió la voz- mira en torno tuyo ¿ves esas pequeñas plantas de hojas verdes y ovaladas? La he hecho brotar por ti y para tus hermanos. Ellas realizaran el milagro de adormecer penas y sostener fatigas. Serán el talismán inapreciable par los días amargos. Di a tus hermanos que, sin herir los tallos, arranquen las hojas y después de secarlas, las mastiquen. El jugo de esas plantas será el mejor narcótico para la inmensa pena de sus almas.

Kjana-chuyma, sintiendo que le quedaban pocos instantes de vida, reunió a sus compatriotas y les dijo:

-Hijos míos. Voy a morir, pero antes quiero anunciaros lo que el Inti, nuestro Dios, ha querido en su bondad concederos por intermedio mío: Subid al cerro próximo. Encontrareis unas plantitas de hojas ovaladas. Cuidadlas, cultivadlas con esmero. Con ellas tendréis alimento y consuelo. En las duras fatigas que os impongan el despotismo de vuestros amos, mascad esas hojas y tendréis nuevas fuerzas para el trabajo.

En esos desamparados e interminables viajes que les obligue el blanco, mascad esas hojas y el camino os hará breve y pasajero.

En los momentos en que vuestro espíritu melancólico quiera fingir un poco de alegría, esas hojas adormecerán vuestra pena y os dará la ilusión de creerlos felices.

Cuando queráis escudriñar algo de vuestro destino, un puñado de esas hojas lanzado al viento os dirá el secreto que anheláis conocer.

Y cuando el blanco quiera hacer lo mismo y se atreva a utilizar como vosotros esas hojas, le sucederá todo lo contrario. Su jugo, que para vosotros será la fuerza de la vida, para vuestros amos será vicio repugnante y degenerado: mientras que para vosotros los indios será un alimento casi espiritual, a ellos les causará la idiotez y la locura.

Cuidad que no se extinga y conservarla y propagadla entre los vuestros con veneración y amor. El viejo kjana-chuyma doblo su cabeza sobre el pecho y quedo sin vida.

Los desdichados indios gimieron por la muerte del venerable yatiri. Eligieron la cima del próximo cerro para darle sepultura.

Fue enterrado dentro de un cerco de las plantas verdes y misteriosas.

Recién en ese momento se acordaron de cuanto les había dicho al morir kjana-chuyma y recogiendo cada cual un puñado de las hojitas ovaladas se pusieron a masticarlas.

Entonces se realizo la maravilla.

A medida que tragaban el amargo jugo, notaron que su pena inmensa se adormecía lentamente…


Leyenda extraída del libro
"Leyendas de mi tierra" de Antonio Díaz Villamil

jueves, 12 de febrero de 2009

TRENTREN VILU Y CAICAI VILU




Trentren-Vilu (Tenten-Vilu en Chiloé) y Caicai-Vilu o simplemente Trentren y Caicai, (del mapudungun Trengtrengfilu y Kaykayfilu), son seres de la mitología mapuche y en las últimas décadas del siglo XX fueron reintroducidos en la mitología chilota. Estos seres son dioses que presentan forma de serpiente. Caicai-Vilu es la serpiente marina que domina el poder del mar y todo lo relacionado con él. Tenten-Vilu es la serpiente terrestre que domina la tierra, el fuego y sus volcanes.

La apariencia de Caicai es la de un ser mitad culebra y mitad pez; y la de Tenten, de una culebra gigante.

La tradición dice que en la antigüedad el territorio continental de Chile habría sido sólo una única franja de tierra plana unida completamente al continente americano; pero producto de una lucha legendaria que tuvieron los dioses, se creó la actual geografía de Chile, con innumerable cantidad de archipiélagos e islas al sur de este país, entre ellos el archipiélago de Chiloé, y la gran cantidad de montañas y volcanes a lo largo de Chile.

Según los mapuches, cuando Caicai despertó de su sueño a causa del desagradecimiento que tuvieron los hombres al abandonar el mar, se enfureció y usó su cola en forma de pescado para golpear el agua.

Con ello inició un gran cataclismo que empezó a inundar todo el territorio, con el deseo de incorporar toda la vida terrestre a sus dominios. Caicai ordenó a las aguas que inundaran los valles y cerros y que llevasen a todos los habitantes al fondo del mar.

Al ver Trentren que los habitantes de la tierra, humanos y animales, estaban desesperados y que los hombres la invocaban por ser ella la que los proveía de sabiduría y protección, decidió ayudarlos. Ayudó a escapar a los hombres y a los animales subiéndolos en su lomo y llevándolos a los cerros; y a los que quedaban atrapados por las aguas los transformó en aves para que escaparan volando; a los que se ahogaban los convertía en peces y mamíferos marinos.

Pero como el mar seguía subiendo de nivel, Trentren tuvo que ordenar a los cerros que aumentaran de altura para contrarrestar el poder de Caicai. Enojada, Caicai empezó a luchar contra Trentren en una batalla que duró mucho tiempo, hasta que ambas serpientes se cansaron. Con lo cual Trentren venció parcialmente al no haberse inundado toda la tierra; sin embargo, las aguas no volvieron totalmente a su nivel antiguo, por lo que Chile se quedó con su actual geografía.

Según la tradición chilota, Trentren se conformó con la porción de tierra obtenida y Caicai delegó todas sus funciones referentes al mar en el Millalobo.

Según la tradición mapuche, luego del cataclismo todos siguieron su vida tranquila; hasta que un día fue Trentren quien se encolerizó por la actitud que tenían los hombres, e hizo que todos los volcanes entraran en erupción y la población tuvo que mudarse a otros lugares más seguros. Trentren continúa manifestándose mediante los temblores, terremotos y erupciones volcánicas, mientras que Caicai causa los maremotos cuando se revuelve en medio de su sueño.

(Una variante del mito cuenta que la ira de Caicai contra los seres humanos comenzó porque una muchacha rechazó a su hijo, el Trauco).

En los alrededores de cada comunidad mapuche hay un cerro considerado Trentren; es decir, el lugar en que vivía la serpiente de la tierra y en el que se refugió la vida terrestre durante el cataclismo.

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/09/tenten-vilu-y-caicai-vilu.html

miércoles, 11 de febrero de 2009

LA CRUZ DE HUAGURUNCHO


ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA

Los antiguos habitantes de Pasco, afirman que a partir del siglo XVIII. Sobre la cúspide del imponente nevado de Huaguruncho, se podía distinguir una colosal cruz de oro macizo cuyos áureos destellos, se apreciaban nítidamente de todos los confines. Una cara de este imponente crucifijo recibía el saludo del sol naciente de las mañanas; la otra, los postreros destellos de los atardeceres.

Su extraordinario brillo y enigmática ubicación intrigaba a los hombres y mujeres que, admirados, contemplaban su magnificencia, sin poder desentrañar el misterio de su procedencia.
Andando el tiempo, entre colosales nubarrones, celajes misteriosos, truenos y tormentas, desapareció la cruz tragada por desmesurados aluviones y lluvias incontenibles.
Los campas, custodios del mes de Mayo de 1742, cuando la estación de las lluvias esta terminado y los pajonales enseñaban su verde más intenso, apareció navegando sobre las aguas de Perené, conducido por la cacique Simirinchi Bisabequi, un hombre joven de treinta años, luciendo una barba con algún bozo, fornidos miembros acerados, pelo cortado como los indios de Quito y color pálido amestizado; de estatura mas que mediana, vestido con una chusma encarnada color achiote y el recio continente de un monarca.
Los nativos que lo contemplaban por primera vez, se enteraron que era descendiente directo del último monarca del imperio y que su nombre era Juan Santos Atahualpa Apu Inca que había entrado en el Gran Pajonal para recuperar el destruido imperio de los incas, que había llegado para arrojar a los extraños, enemigos de Pachakamaite y recuperar la corona que Pizarro había arrebatado a su padre; que Dios Omnipotente le enviaba a recuperar sus reinos y había entrado en la selva para comenzar su misión en ella; que le creyesen y obedeciesen por que de no hacerlo, haría caer los montes, desbordar ríos y arder los cielos, que a partir de aquel instante recompondría su reino para que se acaben los obrajes, ganaderías, haciendas y toda la esclavitud de sus hijos. Dominador de las lenguas nativas, los hablo con un ardor nunca antes oído, con un amor que se traslucía en su continente emocionado y sus ojos vivos y brillantes. Tanta fue su entrega y el contenido de su mensaje que todos, imbuidos de una fe que ya casi la habían perdido, quedaron convencidos de su predicamento.
El viento que corría por la fronda avisó al río y a las aves y al trueno y a la lluvia; y así lo supieron los amueshas, los campas, los piros, los amages, los simirinchis, los shipibos, los conibos, los andes y todos los indios de nuestra selva que presurosos acudieron a ofrecerle obediencia y lealtad, dejando abandonados a sus pueblos.
Tal fue la conmoción que los indios del Gran Pajonal se unieron incondicionalmente a los de las márgenes del Perene, Metraro, Eneno, San Tadeo, Pichana, Najandaris y todos los naturales del Cerro de la Sal. Nunca antes en la selva se había visto nada igual. Rivales encarnizados, guerreros adversarios, caciques sanguinarios; hablantes de diferentes idiomas y adoradores de dioses diversos, habían acudido al llamado del Apu Inka, enviado de Dios, para seguirlo y expulsar a los extranjeros que se habían apoderado del imperio.
Cuentan que cuando una tarde de junio de 1742, el conversor de San Tadeo, el padre Santiago Vásquez de Caicedo, entrevista a Santos Atahualpa, este le dice terminantemente que: “Ha venido a organizar su reino con la ayuda de sus hijos los indios y mestizos con terminante exclusión de los negros por que eran sirvientes incondicionales de los explotadores. Pone en aviso al Virrey para que no trate de impedir su movimiento por que él y su compañía, les torcerá el cuello como a unos pollos”. Además añade –esto es muy interesante– que vea por dónde escapa porque “por mar viene su pariente inglés”. Cuando el visitante insiste en la “pacificación” y le pide que abandone su intento de rebelión, Juan Santos afirma que: “tiene derecho a su reino. Es cristiano. Reza todos los días; lee la doctrina y predica a los indios. No tiene nada contra los sacerdotes ni ley de Cristo, pero en cambio quiere que negros y viracochas abandonen su tierra”.
En cumplimiento de su prédica y teniendo al Gran Pajonal como escenario de su campaña, instala su cuartel General y se pone en acción inmediata. Destruye veintisiete misiones franciscanas, haciendas y obrajes, apoderándose de las pertenencias de los españoles, apresando y castigando a los negros, llegando a matar a los más rebeldes. Arrasa con todo. Alentando por la victoria decide atacar la sierra para expulsar a los españoles. Estaba bien enterado de los infamantes abusos que éstos contenían contra los indios. Es en esta ocasión que el gobierno español, poniendo todo su empeño, procede a tener un cerco desde Huánuco hasta Huanta con el fin de contener el movimiento. Se da categoría de frontera a toda la línea disponiendo que los gobernadores de Jauja y Tarma ataquen al rebelde. En cumplimento de esta orden, los jefes, Troncos de Jauja y Milla del campo de Tarma, llegan con sus fuerzas hasta Quisopango en medio de la constante hostilización de los indios rebeldes, sin entrar en combate franco.
Eludiendo fácilmente a estas inocuas columnas realistas, el rebelde inca avanza sobre Huanca bamba en defensa de cuya plaza salen nuevas y más pertrechadas tropas de Tarma. El avance rebelde es tan arrollador que los españoles se ven precisados a instalar un fuerte en la localidad selvática de Quimiri (La Merced) pero sin lograr contenerlos. Los insurgentes muy fácilmente se apoderan de este vacilón dando cuenta de sus defensores. El avance de Juan Santos Atahualpa Apu Inka es incontenible.
Así las cosas, el compungido Rey de España decide poner a la cabeza del virreinato peruano a un militar de oficio. Sustituye a Juan Antonio de Mendoza y Camaño y Sotomayor por José Manso de Velasco, Conde de Superunda. Este organiza una expedición militar al mando del Marqués de Mena Hermosa, la misma que es batida en todas sus líneas por el inca insurgente. La derrota, con la consiguiente pérdida de vidas y material de guerra es tan estrepitosa para los españoles que, desesperados, se baten en retirada.
Están complemente aterrorizados.
Como último y esperanzado recurso establecen dos poderosos fuentes de contención, uno en Oxapampa y otro en Chanchamayo. El invicto rebelde destruye con facilidad esos fuertes y luego vence a otra expedición al mando del marques de Mena Hermosa que huye cobardemente avergonzado.
Para el año octubre de 1743, la rebelión cuenta con el franco apoyo de muchos serranos que huyendo de las atrocidades de las minas se unen a los chuchos.
Por relatos de José Pulinche, capturado por las huestes del Gobernador de Tarma por Bartolomé López, capturado en Quimiri, los españoles se enteran que mas de 100 serranos, atraídos por la predica del inca, se había unido un fuerte contingente de campas que estaban listos para atacarlos.
Transcurren algunos años y, en 1752, con el deseo de darles una lección de su poderío bélico y organizativo a los españoles, decide atacar la sierra. El sabe que ahí es donde la sangrienta operación de sus hermanos es más abominable y dantesca. Después de arrasar con el pueblo de Andamarca, inexplicablemente se detiene, posiblemente a la espera de una mejor oportunidad que fatalmente no llego. A esto hay que añadir que las fuerzas españolas se habían organizado para presentar fiera resistencia contra cualquier ataque.
El camino a la sierra estaba abierto. La resistencia en la selva central había sido vencida después de 21 años ininterrumpidos de luchas continuas sin que jamás el inca rebelde fuera derrotado.
¿Qué ocurrió entonces?...¿Porque no termino de tomar la Sierra?
No lo sabemos, pero tampoco podemos comprenderlo. La invasión a la sierra abría significado la libertad de numerosos esclavos indios; entre ellos los pobres mineros.
El caso es que Juan Santos había cumplido gran parte de su promesa. Antiguos territorios tribales habían vuelto a manos de sus legítimos dueños, libres de españoles y negros. En ese momento el virreinato se estremeció. Vieron de lo que eran capaces los indios. El movimiento mesiánico y reivindicatorio de Juan Santos Atahualpa había encontrado eco en todos los habitantes de la Selva y de la Sierra.
Al hacerse realidad esta añorada recuperación en reconocimiento por la bendición recibida del cielo para el triunfo final en la selva, el imbatible caudillo guerrero, utilizando todo el oro recogido de las minas y los ríos de la selva, hace fundir una solida cruz bruñida de oro macizo de titánicas proporciones, que mediante un magistral y agotador trabajo de ingeniería rudimentaria, es fijada en la cúspide del Huaguruncho, construyendo un túnel vertical que comunica perpendicularmente a base con la cima del monte. Este trabajo, había demorado tres largos y fatigosos años a los empeñosos indios de la selva. Venia a significar a confirmación en la fe a Cristo del caudillo Juan Santos Atahualpa.
Los campas aseguran que, en aprobación de este magnifico gesto cristiano, Juan Santos Atahualpa fue ungido con una especial bendición de Dios, ya que al morir-cumplida su valiente misión en la selva-entre nubes y vapores brillante, se elevo hacia los cielos en medio de cánticos hermosos extraños con la promesa que volverían.
Por esta razón, reverentes, en Metraro le han elegido una capilla de 18 m de largo por 8 de ancho sostenido por8 columnas de madera en esqueleto; los techos de humiro, que en forma cruzada cubren el ámbito; en medio, el túmulo donde descansó el cuerpo de Juan Santos Atahualpa apoco de morir, hecho de 5 tablas labradas de jacarandá de 8 a 10 centímetros de espesor de una altura de 1 metro y 20 centimetros situado en medio del templo, mirando hacia oriente. Mucho mas tarde cuando utilizando la invasión sangrienta y cruel los españoles y los negros, volvieron a recuperar las posiciones de la selva, en medio de lluvias torrenciales, truenos y relámpagos, la cruz de Huaguruncho desapareció tragada por las nieves eternas.

Los campas dicen que el símbolo volverá a refulgir cuando retorne Juan Santos Atahualpa y esta ves si serán dueños definitivos de sus tierra selváticas.

Exploraciones e Investigaciones:
LIC. LUIS PAJUELO CHÁVEZ
ONGD PRO PERU
pajueloluis@hotmail.com
Cel. Movistar 63 9654960
www.ninagaga.com
www.huaguruncho.com

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/06/sobre-el-nombre-del-huaguruncho.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/07/jauja.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/05/la-chakana-inka.html

martes, 10 de febrero de 2009

EL PERRO DEL HORTELANO



Un labriego tenía un enorme perro como guardián de sus extensos cultivos. El animal era tan bravo que jamás ladrón alguno se atrevió a escalar la cerca de sus sembrados.

El amo, cuidadoso de su can, lo alimentaba lo mejor que podía, y el perro, para mostrar su agradecimiento, redoblaba el cuidado de los campos.

Cierto día, el buey del establo quiso probar bocado de la alfalfa que su amo le guardaba, pero el perro, poniéndose furioso y enseñándole los dientes, trató de ahuyentarlo.

El buey, reprochando su equivocada conducta, le dijo:

-eres tonto, perro envidioso. Ni comes ni dejas comer.

Y añadió- si el amo destina a cada cual lo que le aprovecha y la alfalfa es mi alimento, no veo que tengas razón para inmiscuirte en negocio ajeno.

Sabes perrito, que agua que no has de beber, amigo… la has de dejar correr.



Resumen y adaptación de la Comedia de Lope de Vega

lunes, 9 de febrero de 2009

EL BURRO - DIAGA LAGA




Había terminado dios de presenciar el diluvio que duró cuarenta días y cuarenta noches.

En el techo del mundo tenia reunidos a sus hijos predilectos, a quienes salvó de la inundación.

Para entretenerlos, y que no se aburrieran allá arriba, mientras se secaba la tierra, les contaba cuentos, bonitas mentiras.

Ameno, como es el creador para contar mentiras, tenia boquiabiertos a todos los animales de la creación a su alrededor.

Se acordó mientras les narraba el cuento del origen del universo, que estaba esperando a que bajaran las aguas y el sol secara la tierra; entonces mandó a uno de los animales que se encontraba más cerca de él para que se asomara a la tierra para que viera si el sol ya la había secado.

Tan bonita mentira contaba dios a sus hijos que el animal siguió prestando atención al cuento, y no hizo caso de la orden.

Por segunda vez dios ordenó, a aquel animal embebido en la narración, que se asomara desde el techo del mundo a ver si ya estaba seca la tierra.

Tampoco en esta ocasión obedeció el animal, que prefería no perder detalle de los cuentos del creador.

A la tercera vez dios interrumpió su narración, y con los ojos llenos de ira, se dirigió al interpelado y le grito:
¡Vete, Burro!

Un humilde animal se levanto de su la lado, pero en aquel momento sus atentas y bien hechas orejas crecieron enormemente, y desde entonces le quedó el nombre de burro, que dios le dio.


Leyenda Zapoteca

Fuente:
Oscar Encines
www.granate.com.mx

domingo, 8 de febrero de 2009

TONALLI




Entidad anímica alojada en el interior del cuerpo humano; le da calor y gobierna las facultades relacionadas con el movimiento y el crecimiento.

Destino de una persona.

El uso actual del vocablo parece circunscribirse a un área comprendida entre la sierra Norte de Puebla y el norte de Veracruz. Aun en esta limitada región, las creencias adoptan matices singulares, ya sea de una comunidad a otra, o bien de un informante a otro.

Por lo regular, se dice que el tonalli reside en la cabeza y es una esencia luminosa. Pero su ubicación varía, pues algunas personas dicen que está en todo el cuerpo, otras lo sitúan en las palmas de las manos y otras más lo circunscriben al torrente sanguíneo. Su estructura también es motivo de controversia: los nahuas del norte de Veracruz mencionan siete partes constitutivas; en cambio, los integrantes de la misma etnia ubicados en la serranía poblana, señalan que es una sola unidad. Su desprendimiento, posible ya sea durante el sueño, la embriaguez, el acto sexual o una intensa emoción —particularmente susto— llega a provocar enfermedades si se prolonga.

Además, hay desacuerdo en cuanto al porvenir del tonalli después de la muerte. Algunos habitantes de Chignautla, Puebla, afirman que viaja a otro mundo, ya sea el cielo, el purgatorio o el averno, según haya sido el comportamiento de su dueño. Otros dicen que perece con el individuo y sirve de alimento a la tierra. Esta última concepción es la más frecuente en el Veracruz septentrional.

Incluso, para los pobladores del lugar, existe una conexión entre el tonalli y el maíz, correspondencia que describen de la siguiente manera: la planta crece gracias al calor solar y a los nutrientes del suelo, de ahí que también posee un tonalli. Al consumir el grano, el hombre se impregna de tal esencia y fortalece la suya. En esta creencia se basa el dicho: "el maíz es nuestra sangre".

La fortaleza del soplo, si bien se procura con el alimento, es innata a cada individuo. Así, quienes lo poseen vigoroso son sanos y briosos; en cambio, los tímidos y enfermizos ostentan uno débil. Incluso, el individuo provisto de un tonalli poderoso puede dañar con su vista a los niños ocasionándoles fiebre, diarrea y demás trastornos propios del padecimiento llamado mal de ojo(V. mirada fuerte). Para los nahuas veracruzanos, los animales ponzoñosos tienen mayor fuerza que el hombre, puesto que gozan de catorce componentes de esta sustancia, mientras que el ser humano sólo detenta siete.

Los médicos prehispánicos consideraban que el tonalli era una de las tres entidades anímicas alojadas dentro del soma. Aun cuando su asiento específico era la cabeza, también se distribuía por todo el organismo. Los terapeutas de aquel entonces lo concebían ya fuera como un gas invisible, o bien como una fuerza luminosa, y adjudicaban su daño a las acciones indebidas en que incurría su dueño. El tonalli gobernaba el raciocinio, la conciencia, la voluntad y el destino.

Era otorgado por los dioses al momento del nacimiento, pero se fijaba en el individuo y adquiría sus particularidades al realizarse la ceremonia de bautizo indígena, unos cuantos días después del parto. Así, la esencia era común tanto a la persona como a la fecha en que ésta nacía, pues cada jornada era concebida como un ser viviente. Previo al ritual, el tonalli precoz se calentaba gracias al fogón del hogar; pero una vez realizado, el soplo se alimentaba de la luz solar. Su desprendimiento era motivo de preocupación, pues originaba un proceso morboso. Hay evidencias indirectas de que tal desunión sucedía durante la cópula y el sueño. A juicio de los antiguos nahuas, las relaciones sexuales prematuras truncaban el crecimiento y disminuían las facultades mentales; puesto que el tonalli era la esencia rectora de tales atributos, López Austin señala la relación que existía entre la separación del ente y el coito, exponiendo que: Ciertas enfermedades eran atribuidas a la cópula practicada por la recién parida o por quien apenas acababa de sanar, personas de las que se suponía tenían menguada su fuerza vital. Esto pudiera coincidir con las actuales creencias de los tzotziles, que afirman que cuando una persona está en vías de curación, su entidad anímica sale y entra constantemente del cuerpo, con lo que los indígenas explican las variaciones de salud que en este periodo tiene el enfermo...

En cuanto al abandono del cuerpo durante el sueño, el mismo autor describe cómo la experiencia onírica era atribuida a los vagabundeos del soplo durante la noche. Su salida, a raíz de una fuerte impresión, también originaba una enfermedad. Las referencias en torno a esta creencia son menos indirectas, pues en el Vocabulario de Molina, el susto equivale al término netonaicahualiztli, cuyo significado literal es "abandono del tonalli".

En la sierra Norte de Puebla, aún persiste su ligazón con el nombre y el cumpleaños, puesto que es práctica común bautizar a los hijos con el apelativo del santo correspondiente a la fecha de nacimiento. Así, además del nombre, el individuo comparte con su patrono la misma psique.

Queda de manifiesto este vínculo en las terapias destinadas a recuperar el tonalli de un enfermo, ya que es indispensable gritar su nombre para que la entidad regrese a su dueño.
Resulta interesante que un vocablo tan importante en el discurso prehispánico, tenga actualmente una notable restricción geográfica; sin embargo, los conceptos que evoca se encuentran ampliamente difundidos a lo largo del país. Existen correspondencias entre el tonalli y las diversas entidades anímicas descritas por otros grupos étnicos. Además, parece haber sido sustituido por la locución sombra, expresión común para referirse al alma, tanto en la población indígena (incluidos los nahuas), como en la mestiza.

Por otro lado, la raíz del término, tona, cuyo significado es calor o sol, forma un complejo semántico aparte, ya que designa a la alteridad animal que acompaña a todo ser humano desde el nacimiento. En esta relación, hombre y bestia comparten el mismo destino y la misma psique. Cabe mencionar que tal acepción de tona se extiende por el territorio nacional, y aunque es común entre los nahuas, también lo es en otras etnias.


Nahua (Puebla)

Fuente: http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/termino.php?l=1&t=tonalli
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/06/chaneques.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/04/los-chaneques.html