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sábado, 3 de mayo de 2008

“EL DUENDE”



El Duende o Enano es un genio de gran popularidad en Argentina, que algunos autores han comparado con los gnomos europeos.

Se dice que son espíritus de criaturas que sus madres mataron al nacer, nacieron muertas, fueron abortados o murieron sin bautizar.

Comúnmente se lo presenta como un enano con una mano de fierro y otra de lana, rostro magro y barbirrucio, sombrerote de copa en embudo y traje de llamativos colores, entre los que predominan el rojo y el verde. También puede ser un niño de pocos años, un viejito gordo y barbudo de largas uñas y sombrero de paja de alas anchas.

En Villa Matará, Santiago del Estero, es negro y crespo y viste un hábito “chejchi”, de pintas coloradas sobre un fondo blanco, gris claro o ceniciento.

Vendrían a representar al demonio de la tentación.

Personaje esencialmente travieso, socarrón, enamoradizo y por momentos grosero.

Vive en el monte, en los troncos de los árboles, de donde sale a la siesta para asustar a los niños y cortejar a las mozas con regalos como pañuelos, dinero, melones, empanadas y golosinas. Si estas rehúsan sus favores se venga, gastándoles mil travesuras y hasta haciéndoles daños mayores.

Se aparece a veces desnudo ante las mujeres mayores y las escandaliza con groseros gestos, deporte que no practica con las jóvenes.

Según Juan Carlos Dávalos, se acerca a las pulperías los sábados a la noche para dar una tunda a los ebrios.

También se enanca a los caballos, hurta pellones, trueca por carbones el pan de las alforjas, apedrea las casas, pudre los huevos, apaga el fuego, vuelca la olla, corta la ropa.

Para ahuyentarlo hay que llenarse los bolsillos con algo que huela mucho.

Adolfo Colombres "Seres Sobrenaturales de la Cultura Popular Argentina".





viernes, 2 de mayo de 2008

NUESTRO SEÑOR DE LOS MILAGROS DE MAILÍN


MAILÍN.

La tradición cuenta que en el siglo XVIII un vecino de esta localidad fue sorprendido por la visión de una luz brillante proveniente de un algarrobo, en las cercanías del río Mailín.

El Señor Forastero de Mailin, como se le llama históricamente, es un Cristo pintado sobre una cruz de madera.

La fiesta principal al Señor de Mailin se lleva a cabo 40 días después de las Pascuas de Resurrección, es decir que entra en la festividad de la Ascensión del Señor.

Un novenario inicia la preparación espiritual, pero lo más sustancioso de la celebración se condensa en los últimos 3 días, en la víspera se hace las rogativas alrededor de la plaza, según la práctica litúrgica, y en algunos años se llega hasta el algarrobo histórico.

Religiosidad popular que congrega a multitudes, los promesantes y peregrinos no cesa de entrar al templo a orar al de la cruz, haciéndolo durante toda la noche hasta el alba, hora en que se celebra la primera de las misas.

Culmina con procesión y una gran demostración de alegría coronada con cohetes y bombas de estruendo.

La ocasión convoca a vendedores de artículos variados que se ofrecen en la feria de Mili.
En especial se puede encontrar productos locales regionales así como de la vecina Bolivia.
Bajo enramadas y capas, según Gramajo y Martínez moreno, preparadas para esta oportunidad y en galerías de las casas de la zona, se puede probar platos típicos y bailar con música folklórica y ritmos modernos.

Los folcloristas santiagueños, muy devotos al señor, asisten a esta celebración. Entre ellos se encuentran los del Alero quichua-santiagueño que ofrecen su música y canto en lengua quichua.

Los autores citados agregan que una fiesta chica se realiza unos meses después dando lugar a nuevas demostraciones de fe.




jueves, 1 de mayo de 2008

EL ÁGUILA Y EL NIÑO


Hace muchísimos años, cuando todavía los hombres estaban en paz entre ellos, una mujer solía ir a trabajar en los campos con su niño.
Lo amamantaba hasta que dejaba de llorar, después lo acostaba a la sombra para que durmiese mientras ella trabajaba la tierra con la azada. (En África, así como en otras partes del mundo, son las mujeres quienes trabajan el campo).

Un día el niño, en lugar de dormirse, empezó a llorar porque hacía mucho calor. En aquel momento bajó del cielo un águila muy grande y se puso a darle aire con las alas. Y el niño se quedó quieto. La mujer se asustó mucho.

¡Pobre de mí! ¡Qué cosa más terrible!, pensó. El águila está devorando mi niño.

El ave lo acariciaba con las alas y lo calmaba. Pero cuando la mujer se acercó, enseguida voló y se fue a posar encima de un árbol.

Este hecho se repitió dos veces. Entonces la mujer no supo guardarse para sí su secreto tan bello, y le habló al marido.

He visto un gran prodigio, le dijo: Cuando el niño llora, un águila baja a la tierra, se inclina sobre él y lo calma acariciándolo con las alas. Ven también tú y verás.

Pero el hombre, un tipo huraño y desconfiado, no le creyó. Siguió a su mujer, pero llevando consigo un arco con las flechas.

Escondido entre la maleza, vio venir el águila y posarse sobre el niño que lloraba. Entonces puso en el arco una flecha y la lanzó, tomando como punto de mira al pájaro. En el mismo instante en que disparó, el águila se desvió a un lado, y la flecha atravesó al niño. Fue este el primer asesinato.

De hecho, el águila era un ser bueno, que intentaba hacer el bien al niño. Pero el padre no creyó en la bondad de las criaturas; creyó en la maldad, y así fue cómo creó el mal.

Atormentado por el remordimiento esparció la maldad a su alrededor.

miércoles, 30 de abril de 2008

LEYENDA DE EL DORADO





Cada vez que se posesionaba un nuevo cacique, los muiscas organizaban una gran ceremonia.

El heredero, hijo de una hermana del cacique anterior, quien antes de esto se había purificado ayunando durante seis años en una cueva donde no podía ver el sol, ni comer alimentos con sal, ni ají, ni mantener relaciones sexuales con mujer alguna, era conducido a la vera de la laguna donde los sacerdotes lo desvestían, untaban su cuerpo con una resina pegajosa, lo rociaban con polvo de oro, le entregaban su nuevo cetro de cacique, un propulsor de oro y lo hacían seguir a una balsa de juncos con sus usaques o ministros y los jeques o sacerdotes, sin que ninguno de ellos, por respeto, lo mirara a la cara.

El resto del pueblo permanecía en la orilla donde prendían fogatas y rezaban de espaldas a la laguna, mientras la balsa navegaba en silencio hacia el centro de la laguna. Con los primeros rayos del sol, el nuevo cacique y su séquito arrojaban a la laguna oro y esmeraldas como ofrendas a los dioses. El príncipe, despojado ya del polvo que lo cubría, iniciaba su regreso a la tierra, en tanto resonaban con alegría tambores, flautas y cascabeles.

Después, el pueblo bailaba, cantaba y tomaba chicha durante varios días.

martes, 29 de abril de 2008

LA APARICIÓN DEL MAÍZ


Arte Muisca



Había una vez un grupo de familias muy pobres. Un día un miembro de ella llevó al mercado unas mantas y las cambió por unos gruesos y brillantes granos de oro que depositó en una bolsa.

Poco después un ave negra le arrebató la bolsa y los granos de oro cayeron a la tierra.

El dios Bochica los enterró.

Más tarde el hombre los volvió a encontrar convertidos en plantas.

Al querer arrancar una de ellas, la misma ave lo atacó y le arrancó las barbas para colocársela a los frutos de esas plantas.

Los vecinos se enteraron y probaron esos granos que parecían de oro y éstos les agradaron.

Desde ese día machacaron el maíz con unas piedras llamadas “manos de moler” sobre otras llamadas “metates”. Prepararon así harina, arepas, mazamorra, envueltos.

Desde entonces los hombres del pueblo se quedaron sin barba.

lunes, 28 de abril de 2008

SOBRE EL ORIGEN DE LOS MUISCAS

Mito, Arte Rupestre.

En una época no había nada sobre la tierra. La primera que la habitó fue una mujer joven y fuerte que salió de la laguna de Iguaque por entre la niebla helada y el viento sonoro del páramo. Se llamaba Bachué y llevaba de la mano a un niño de tres años.

Ambos bajaron al valle y construyeron una casa donde vivieron hasta que el niño creció y pudo casarse con Bachué. Tuvieron muchos hijos (a veces Bachué tenía cuatro o seis a la vez), con lo que comenzó a poblarse el territorio muisca.

Bachué le enseño a cultivar la tierra y a adorar los dioses. Después de muchos años, Bachué y su esposo, ya viejos, regresaron a la laguna de Iguaque donde se despidieron de la multitud que, llorando, los veía partir.

De repente los ancianos se transformaron en dos inmensas serpientes y desaparecieron bajo las aguas tranquilas de la laguna.

Bachué se convirtió en la diosa de la fertilidad, la que hacía que la tierra diera frutos y las familias tuvieran muchos hijos.

domingo, 27 de abril de 2008

LA MISTERIOSA CUEVA DEL CHIVATO


En Valparaíso, en los terrenos que hoy ocupa el edificio del Diario “El Mercurio”, desde 1899, existía una cueva excavada en la roca de singular origen. Algunos vecinos aseguraban que su existencia se debía a cateos mineros realizados en tiempos coloniales; otros pensaban que su origen se debía a causas naturales, posiblemente producto de la continua acción del mar; pero los más creían que su nacimiento obedecía a los invencibles poderes del demonio.

La caverna estaba situada muy cerca de unas peligrosas rompientes en donde el mar azotaba con furia. Se comentaba que allí en ese misterioso lugar, el Diablo, transformado en un Chivo maligno, se acercaba al Océano en busca de sirenas que, de tiempo en tiempo, venían hasta los roqueríos a peinar sus húmedas cabelleras.

Cueva del Chivato, como se la denominó desde el siglo XVII, tomó posesión en la fértil imaginación del pueblo y se fue transformando en un bullente aquelarre de brujos, con poderes sobrenaturales y pleno de extraños y desgraciados acontecimientos.

Muy pronto la Cueva del Chivato tomó dimensiones fabulosas y eran muy pocas las personas que se aventuraban de noche a pasar por su fatídico boquerón.

Ubicada en un rocoso promontorio en el faldeo del Cerro Concepción, la cueva quedaba junto al obligado camino que debían seguir quienes transitaban entre el Puerto y el Almendral o viceversa.

La población porteña aseguraba que, de noche, se aparecía el Maligno transformado en un enorme Chivo dueño de tan potente mirada, que podía hipnotizar y petrificar a sus víctimas impidiéndoles cualquier intento de fuga.

Los que lograban huir, lo hacían tan desesperadamente que morían destrozados entre las abruptas rompientes o escapaban abandonando tras sí todas las pertenencias que portaban.

Al camino que pasaba por la Cueva del Chivato se le bautizó posteriormente con el nombre de “Calle del Cabo”, sendero que terminaba en la Quebrada de Elias, actual Plaza Anibal Pinto.

Entre los siglos XVII y XVIII, sólo un reducido número de humildes casas, se levantó en el sector que era el paso obligado de jinetes, carretas, calesas y coches. Todos preferían hacer la jornada diurna, porque la nocturna arriesgaba a infortunados encuentros con el “Maligno”. Tanto fue el terror que creó esta leyenda, que en 1814, la policía optó por crear un farolito sobre una estaca para brindar algo de visibilidad al rocoso promontorio.

Casi a fines del siglo XVIII, don Joaquín de Villaurrutia, prestigioso comerciante vasco adquirió todos los terrenos y casas ubicadas en la Calle del Cabo, incluyendo la misteriosa Cueva del Chivato. De inmediato, se procedió a dinamitar el peñón donde estaba situada la caverna para construir los edificios que servirían de bodegas para sus transacciones comerciales. Cuando la fortuna comenzó a sonreírle, también la desgracia comenzó a ensañarse con él. Innumerables problemas políticos, monopólicos y hasta guerreros comenzaron a preocuparlo.

Villaurrutia, logró ser dueño de una fragata con la que deseaba mantener el régimen colonial, pero muy pronto cayó en poder de los patriotas durante gloriosos acontecimientos producidos en 1821. Aún así la mala suerte siguió a la nave la que fue destruida durante un violento temporal que la estrelló en los roqueríos que existían frente a la Cueva del Chivato en 1839.

Corría el año 1833, cuando don José Waddington compró una gran parte del Cerro Concepción, incluyendo los terrenos de la Cueva del Chivato y otros en la Calle del Cabo, hoy calle Esmeralda. El comerciante inglés ordenó nuevas demoliciones del fatídico promontorio haciendo desaparecer definitivamente la legendaria Cueva.

Según la tradición, los maleficios del antro maldito alcanzaron también la riqueza de Waddington, muerto en 1876, a los 84 años.

Se cuenta que en 1830, un grupo de marineros ingleses ingresaron a la Cueva del Chivato, expulsando de ella a un grupo de vagos y delincuentes de la peor calaña, que habían ubicado allí su centro de operaciones, ellos eran y no otros, los autores de todos los delitos atribuidos al “maléfico” chivo.

El 19 de Julio de 1978, un grupo de autoridades encabezadas por el Intendente y Alcalde de la ciudad, procedieron a descubrir una placa en recuerdo del el lugar donde existiera la Cueva del Chivato.